Relato escrito a dúo con Edgar K. Yera.
El agua
casi fría me corría por el cuerpo, mientras me acordaba de que a ella le
gustaba hirviendo. Nunca nos pudimos duchar juntos. Ese juego no era para
nosotros.
Mientras
me vestía, imágenes de nuestra vida me llegaban a la cabeza sin poder ni querer
evitarlo. Los días casi sin vernos por los trabajos, los fines de semana de
viajes, horas de carretera y noches de hotel, tardes de domingo bajo las
sábanas, peleas a gritos, y dulces reconciliaciones.